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Hermanos Juiles

Grupo guerrillero “Los Jubiles”

 

Alzamiento fascista

Cuando se produce el alzamiento del ejército rebelde en 1936, el movimiento jornalero en la campiña de Córdoba se hallaba en plena ebullición. En Castro del Río, Bujalance, Espejo, Baena existen vigorosos sindicatos de la CNT. En el mismo Bujalance, la mitad de la población, unas 4000 personas estaba afiliada al sindicato. Estos trabajadores, en su inmensa mayoría jornaleros del campo, llevaban ya a sus espaldas duros y largos años de lucha y reivindicaciones. Y también de represión, que no se interrumpió durante la República.

En una sociedad en la que el jornalero representaba casi un residuo feudal, por las condiciones de miseria y de sumisión en que vivía, dentro de los ateneos y los sindicatos, a través la ideología y de la razón había progresado no sólo en sus condiciones laborales, sino como personas, habían empezado a conocer la dignidad, la enseñanza y la cultura a través del anarcosindicalismo y sus ideas de transformación social. Con el alzamiento militar se ven obligados a tener que defender con las armas la sociedad que querían crear. En Bujalance, los tres hermanos Jubiles (o Juiles), Francisco, Juan y Sebastián Rodríguez Muñoz junto con otros muchos compañeros de su pueblo, se lanzan al frente.

 

 

 

Bujalance escapó del alzamiento fascista del 18 de julio. La guardia civil se acuarteló en espera de acontecimientos. Se constituyó un comité revolucionario formado principalmente por miembros de CNT y UGT, que desarrolló sus tareas hasta diciembre de 1936, ya que los combates no se dan en este pueblo hasta después del bombardeo de los fascistas el 14 de diciembre. El alcalde y los concejales no desaparecieron, pero quedaron sin atribuciones. Se crearon un comité de defensa, otro de abastecimiento y uno de agricultura. Se nombraron delegados en los cortijos, y estos acreditaban las jornadas de trabajo, lo que servía para proveerse de lo necesario en los economatos establecidos por el comité de abastecimiento. La situación en el pueblo se fue dificultando por la continua llegada de refugiados desde las localidades que iban cayendo frente al avance fascista, ya que tenían que suministrarse alojamiento y comidas para los que huían.

 

 

 

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